
Con un aspecto de Baby Jane precoz y una voz a lo Lana del Rey, la que fuera concursante de The Voice (era del equipo de Adam Levine y fue expulsada en la sexta ronda) tramó una sólida venganza y volvió no como tradicional juguete roto de concurso musical sino como una muñeca diabólica que juega con cuchillos y susurra nanas inquietantes. Una especie de lado oscuro de la Mai Meneses y su reconversión en Nena Daconte.

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